Este libro es dedicado a mi Señor y Salvador, Jesucristo. Gracias por nunca haberme dejado. Gracias por ser tan fiel a tus promesas, especialmente Romanos 8:28: “Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.” A mi primera hija, Tyler, cuando Dios me bendijo contigo, yo comencé mi jornada de procurar en ser una madre piadosa, con la esperanza que yo sería un ejemplo apropiado para que siguieras. También, a mis hijas, Tara y Macy, que puedan buscar un “espíritu suave y apacible, ya que ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios.” A mis cuatro hijos varones, Dallas, Axel, Easton, y Cooper, espero que puedan apreciar a la mujer con quien se casen, “porque aquel quien encuentra una esposa, encuentra una cosa buena y obtiene favor del Señor.” ¡Búscala como buscarías una piedra preciosa, “porque su valor es mayor que el de rubíes”! Sé que amaré a cada una de mis futuras hijas tanto como los amo a cada uno de ustedes. Los capítulos 12 y15 sobre la crianza de los hijos son dedicados a mi madre, Grace McGovern, quien se fue con el Señor el 10 de abril del 2000. Su ejemplo de atesorar a cada uno de sus siete hijos como “una bendición especial del Señor” me animó a desear hijos y a confiar en el Señor con mi fertilidad. Fue su amor a la maternidad el que me inspiró a amar a mis hijos. ¡Mi madre tenía razón – “el amor nunca falla”! Para las tantas mujeres que han pasado por RMI y me ayudaron a revisar, editar, y corregir este libro - ¡gracias a todas! Fueron una respuesta a nuestras oraciones.